1 de octubre de 2007

Sphodromantis viridis

Estas magníficas mantis, son originarias de África y están presentes en la Península Ibérica.



Esta especie es una de las más grandes que he encontrado este verano, aproximádamente entre 8 y 9 centímetros. el ejemplar de la foto es una hembra. A pesar de su nombre científico, "viridis", que significa "verde", también presentan el color de la mantis de la foto. un claro distintivo de esta especie es la mancha blanca que presenta en el lateral de las alas, los machos también la presentan. Las hembras, poseen alas y pueden volar, pero por su gran tamaño no pueden más que utilizar los vuelos para dejarse caer de rama en rama.

Presentan una voracidad fuera de lo común, incluso más que las mantis religiosas. En la foto superior está comiéndose un saltamontes que como podéis observar, intenta zafarse de la mantis a pesar de haber perdido la cabeza.

Un mosaico perfecto

Una de las cosas que más me maravilla de la naturaleza es la perfección y el cuidado detalle y acabado de sus formas. Sólo imaginar la complejidad que encierran me provoca una admiración indescriptible. el poder observar esa complejidad en las cosas pequeñas, es simplemente abrumador. A veces se traduce en una belleza que roza lo artístico.






Es el caso de las alas de las mariposas, recubiertas de escamas, minúsculas, miles de ellas, que puestas en un orden determinado describen unos mosáicos de una belleza única y que cumplen con diversos fines. Por lo general, sus llamativos colores y formas, alertan a sus depredadores de su peligrosidad (si son venenosas) o bien, desplegadas convenientemente, sus dibujos pueden desconcertar o asustar a sus depredadores.






Es sorprendente ver cómo esas escamas, dispuestas en forma de tejas, se mantienen en su lugar a pesar del aleteo de la mariposa, pues ante el más mínimo roce se desprende.

La cópula - Mantis religiosa

En el mundo de los insectos una parte muy importante es la de perpetuar la especie, por eso, llegado el momento, se inicia la fase de apareamiento de las especies.


El caso de las mantis no es una excepción y tras pasar el verano investigando y observando a estos insectos, he podido comprobar que morfológicamente, macho y hembra están especialmente diseñados para asumir sus roles en el proceso reproductivo. En el caso de la hembra, es de mayor tamaño que el macho, más corpulenta, pues aunque posee alas, no le sirven de mucho, pues su peso solo les permite realizar vuelos cortos y en caida.

Cuando llega la fase de la copulación, la hembra se vuelve especialmente voraz, aumenta la frecuencia de sus cazas y consiguientemente, su abdomen cobra gran volumen, esto es así porque una buena nutrición es la que va a asegurar a su descendencia un futuro mejor.

El macho en cambio es más pequeño, más delgado y mucho más ágil que la hembra, esto le da más oportunidades a la hora de la cópula. Su capacidad de vuelo es mucho mayor ya que su menor tamaño y su gran ligereza se lo permiten, además de que es el macho el que busca a la hembra y unas alas son ideales para ello.



La cópula dura unas horas y en este tiempo el macho se posiciona sobre la hembra y permanece así hasta que se consuma el acto.

Un hecho conocido por todos es que la hembra se come al macho al finalizar o durante el acto. He investigado este extremo, y no es siempre así, he comprobado que las mantis sólo comen cuando tienen hambre y pueden pasar varios días sin comer, puesto que están saciadas, pero cuando tienen hambre son muy voraces y en el caso de la hembra esa voracidad aumenta en el celo y si un bocado tan suculento se le presenta tan voluntariamente, no lo rechazará si está hambrienta.
En la fase del cortejo, al menos en los que he presenciado de mantis religiosa y por la posición que adopta el macho, me parece imposible que la hembra pueda capturar al macho y comérselo durante la cópula, pues he visto que la mantis religiosa solo ataca de frente. Se prepara para ello encogiendo las patas prensoras y posicionando las demás, pues las utiliza para abalanzarse sobre su presa y capturarla con sus pinzas.
Además, el macho queda muy atrás (por su menor tamaño) y muy bien fijado a la hembra, razón por la cual creo que la hembra no puede capturar al macho a menos que se caiga de su montura.
En las mantis religiosas, todas las amenazas que yo he visto hasta ahora y que provienen de sus flancos y por su retaguardia, lo que hacen es repeler la posible amenaza y posicionarse frente a ella o alejarse.
Por estos motivos, pienso que en el caso de las mantis religiosas, los dos hechos fundamentales que pueden detonar el que la hembra se coma al macho son:
- Esté hambrienta.
- El macho se acerque de frente (antes o después de la cópula). Si sucede antes, no habrá cópula, solo habrá merienda y merendado
En el caso de otras mantis esta conducta puede variar. Las hembras de Empusa, raramente se comen a los machos, y en el caso de la Spodromantis viridis, su voracidad es terrorífica y no necesariamente lanza un ataque, si la presa se le acerca mucho y no se resiste, simplemente la agarrará y empezará a comersela sin realizar ningún movimiento brusco o agresivo, además, el macho es suficientemente grande como para estar en peligro durante la cópula, al no quedar tan atrás.